Lo mejor que hizo Freud fue la historia del Presidente Schreber. Se mueve ahí como pez en el agua. [...] No fue a hacerlo charlar al Presidente Schreber. De todos modos, nunca es más feliz que con un texto. Jacques LACAN

jueves, 11 de agosto de 2016

CONDICIÓN DE AMOR Y RECURRENCIA TEMÁTICA EN LAS NOVELAS DE GABRIEL MIRÓ. EL SACRIFICIO DEL DESEO EN DENTRO DEL CERCADO.

Mujer leyendo, Jean Baptiste Corot, 1869
Hay dos novelas en las que Miró pone en boca de su protagonista masculino el reconocimiento explícito como mujer prohibida o mujer vedada para el objeto de su deseo. Hemos visto que una es en NG. La segunda la encontramos en DC. Sin embargo, en DC encontramos el ejemplo de mayor simetría en la condición de amor que mueve a la elección de su objeto del lado masculino, y del femenino.
Miró nos presenta a Luis y a Laura enamorados uno del otro desde el comienzo de la novela, más allá del feliz matrimonio del primero con la prima de la segunda. Sin embargo, existe un diferencia que va a dinamizar el conjunto de la novela en su tensión dramática. Mientras que don Luis puede reconocer sus sentimientos bajo la cobertura de una justificación ideológica sostenida por ciertos ideales de superioridad moral, estética e intelectual, Laura los reprime en el mismo momento en el que se le llegan a hacer evidentes. Este sacrificio de la verdad le pasará factura a Laura en forma de una neurosis con la que intentará dar respuesta a lo inaceptable de sus deseos.
Miró abre su novela prácticamente describiendo la «corriente cariñosa» como el elemento esencial en las razones del amor de las mujeres hacia don Luis. Éste añadía a su porte y su educación, su exquisita ternura1. Y no vamos a encontrar dejación de dicha ternura en la relación de don Luis con ninguna de las mujeres que por él suspiran. Es decir, la corriente cariñosa no sufre menoscabo ninguno. Mantienen su status amoroso como objeto sobrevalorado.
Es del lado de la «corriente sensual» de donde vamos a encontrar la divergencia en los dos valores de la feminidad a que hace referencia Freud. Parece claro que Miró reserva en su gran mayoría los significantes de la pasión, del deseo de la preciosa carne, para la referencia de Luis hacia Laura. Cuando algo del mismo orden aparece hacia su esposa Librada, lo hace en el contexto de la identificación imaginaria entre ambas -una presencia simultánea, una comparación sobre un rasgo, etc. -. El momento de abrochamiento de esta disociación viene dado por la escena de la carta que remite Librada a Laura, motor desencadenante de la neurosis de ésta.
La frase de Librada -Al fin se ha acordado Dios ... de que era yo casada2—, tan rica en efectos consecuentes, también lo es en indicaciones antecedentes: por mi parte sitúo ahí la presencia de cierta impotencia dentro del matrimonio de Luis y Librada, impotencia referida a la eficacia del deseo de Luis hacia su esposa. Esta atribución no radica en la ausencia de hijos en el matrimonio, sino, precisamente, en tanto el embarazo de Librada aparece claramente como el desplazamiento en Luis de la corriente erótica de su líbido desde Laura a su mujer en la escena del incendio3, momento en el que Laura cedió ante la angustia del anuncio de su deseo4, y momento, también, en el que ese desplazamiento del deseo permitió a la ternura recubrirla concupiscencia5 de Luis. Merecería que nos tomáramos un tiempo en valorar la concordancia de estas frases de Miró con las tesis freudianas: piedad y lástima en función de protección y bondad, son las fuerzas que vencen al deseo ilegítimo. Aquí vienen los significantes del Otro de la ley a indicar al deseo el camino del amor: son las palabras de la Biblia -Sus cariños te inunden de alegría en todo tiempo, y en su amor busca siempre tu placer6-, propuesta de Ideal del amor, en el que el campo del goce sexual encuentra su lugar en el recubrimiento por el campo del amor. Pero quiero simplemente resaltar que es esa condición de «prohibida» lo que suscita en Luis un deseo que no logra encontrar en el amor que le inspira su esposa.
De igual manera, en el caso de Laura, Miró se muestra muy freudiano en la referencia a la figura del amor prohibido. No sólo está casado Luis, sino que lo está, además, de su prima, lo que le pone en la línea de los objetos incestuosos. Sin embargo, lo va a ser en mayor medida por la asociación significante que nos muestra el autor en la conciencia de Laura en la única escena de erotismo explícito de Luis hacia ella. Es en ese momento en el que se materializan los ansiados temores de Laura, el momento en el que se produce la asociación padre-amante bajo el signo de la muerte. Es precisamente aquí donde podemos encontrar también el «rasgo» de identificación que pone en comunicación al padre y a Luis: su padre muerto en aquel mismo lugar —espacial- por mal de amores de una prostituta; ella, en ese mismo lugar -psíquico-, como amante de un hombre casado -prohibido-. No dudaría en afirmar que la fantasía inconsciente de Laura en aquel momento habría de ser una fantasía intensamente incestuosa: es decir, intensamente deseada, intensamente rechazada7.
La resolución final de esos amores en los que la prohibición circulaba en los dos sentidos8, toma en la forma metafórica del título de la novela el triunfo de la legalidad institucional frente a las exigencias pulsionales. Ante las pretensiones nietzscheanas de Luis, el cual reclama la legalidad de una aristocracia del goce que desborde los marcos culturales que limitan y encauzan las pretensiones de satisfacción del común de los mortales9, el cercado que contiene esas ansias de satisfacción desbordante hará valer su necesidad civilizadora en el ordenamiento fálico. Ordenamiento al que también habrá de someterse el goce inscrito en la sintomatología de Laura. Luis parece poder encauzar de manera sublimada sus exigencias de satisfacción: su triunfo profesional y la solución «cariñosa» que subsume en amor fraterno la corriente sensual de su erotismo hacia Laura parecen confirmarlo10.
Por su parte, Laura no parece ir mucho más allá de un reaseguramiento defensivo de su capacidad represiva. Queda una cierta apelación a la esperanza en la recuperación amorosa de su caudal libidinal, y que pueda ponerlo a disposición de una elección de objeto aceptable en la figura del joven Vasco que la solicita. Pero queda, también, la sospecha de que Laura no pueda dulcificar ese cercado que atenaza de prohibiciones y culpas inconscientes el despliegue de su deseo. Tal vez incluso, los muros de ese cercado hayan sido reforzados después de esta experiencia, y Laura se pliegue a la solución deseante que ha encontrado Luis para sí, y acepte integrarse en el nuevo orden familiar que le propone, soportando el ejercicio de una castidad ennoblecida con la atención y el cuidado de ese sobrino11 que recibe el deseo desplazado del objeto originario.

1 P. 63.
2 Р. 155.
3 P. 134: “consumiéndose el tiempo para Luis en un ocio lleno de inquietudes, y abrasándose en un amor que cambiaba de naturaleza y dechado, en un tránsito de pasión de la mujer vedada a la esposa.” P. 142: “-Volviose y recibió la apasionada mirada de la esposa”.
4 P.141: “-Se estremeció Laura notando el brazo de Luis arrebatadamente trenzado a su talle; le miró angustiada”.
5 Pp.141-142: “-Y él se apiadó de la mujer, y la inefable lástima difundiose protectora y buena sobre el deseo.”
6 Ibídem.
7 En este sentido, Laura está «ocupada» del mismo modo que Luisa en PR.
8 P. 81: “Luis se había prometido confesara la mujer vedada sus escondidas ansiedades”. P. 153: “El nombre de Luis estaba para Laura cercado de riesgos, de prohibiciones”.
9 P. 135: “Necesitaba gloria y fausto, y, por complemento, amor de mujer, pareciéndole que si fuese excelso entre todos los hombres, podía merecer lo vedado sin sumisión a la disciplina de la ética de los medianos corazones.”
10 P. 178: “¿Por qué no había de ser la mujer vedada el complemento de su hogar? Tenía esposa, hijo y hermana.”
11 P. 178: “-Y tanto tenías y acariciabas a mi hijo, que hasta dejaba el pecho de su madre para mirarte, sólo oyendo tu voz...”